Se estima que constituye más del 30% de lesiones en los servicios de Medicina deportiva y es la lesión músculo esquelética más frecuente vista en sitios de atención primaria.
Se trata de una lesión de tipo ligamentaria ya sea parcial o completa que comprende la torcedura de tobillo donde las fuerzas mecánicas exceden los límites de tensión de los mismos, acompañada de dolor e inflamación, siendo la zona externa la más comúnmente afectada en un 85% de los casos.
Se debe mencionar que cuando una persona presenta un esguince de tobillo, en la mayoría de los casos no le incapacita el caminar ya sea que lo hace con cuidado pero con dolor.
Se lo clasifica en tres grados:
Grado 1:
Trata de un estiramiento de ligamentos con desgarro microscópico, leve inflamación, con una leve o ausente perdida funcional, y no presenta inestabilidad de la articulación del tobillo
Grado 2:
Trata de un estiramiento de los ligamentos con un desgarro parcial, la inflamación se presenta moderada, pérdida funcional moderada, la piel toma un color violáceo en un inicio debido a la lesión (equimosis), inestabilidad de la articulación moderada lo cual dificulta al paciente apoyar su peso con normalidad.
Grado 3:
Trata de una ruptura completa de los ligamentos, con una inflamación inmediata y severa, presencia de equimosis, el paciente está incapacitado para apoyar su peso sin presentar un dolor intenso y una inestabilidad de la articulación que va de moderada a severa.
En la evaluación de un paciente con esguince de tobillo es importante determinar el mecanismo de la lesión, el porqué, dónde y cómo sucedió, así como consultar por episodios previos similares, es decir determinar recurrencia; se debe saber el tipo de actividad que realiza y de una manera detallada las enfermedades que podrían generar alguna complicación de la posible lesión, esto nos da una orientación más clara de la situación y un mejor abordaje de la misma para su tratamiento.
De presentarse un paciente que mantenga su respuesta a estímulos dolorosos y función cerebral intacta, la habilidad para caminar con su miembro afectado podría ayudar en la mayoría de ocasiones a descartar la presencia de una fractura.
Los signos y síntomas que se pueden presentar:
- Dolor
- Edema y/o equimosis
- Pie frio o sensación de amortiguamiento (posible lesión neurovascular)
- Espasmo muscular
FOTO: Revista Sportadictos
El diagnóstico se lo realiza con una historia clínica detallada como se mencionó previamente, además de un adecuado examen físico siguiendo las maniobras específicas para determinar la lesión así como su complejidad, de ser necesario y siguiendo las reglas de Ottawa que determinan la necesidad de imagen en relación al examen físico, el médico solicitara exámenes según lo que necesite valorar es decir:
-Radiografías simples
-Radiografías con estrés donde se podrá valorar de mejor manera la inestabilidad articular en cuyo caso se podrá usar anestesia local
-Tomografía como en el caso de sospecha de patologías como fracturas por estrés -Resonancia magnética
Tratamiento
Una vez realizado el diagnóstico el siguiente paso es el buen manejo de la lesión esto iría de acorde al grado de lesión; la terapia conservadora se la describe bajo el acrónimo PRICES
P: protección del miembro afectado
R: reposo
I: del inglés “Ice” que significa hielo
C: compresión
E: elevación
S: soporte
La principal idea será siempre dar una buena estabilidad a la articulación y permitir su desinflamación oportuna así como reincorporar el miembro a la actividad habitual para lo cual se requerirá de terapia física adecuada.
De igual manera es fundamental aliviar el dolor y la inflamación con fármacos en cuyo caso se pueden usar analgésicos y antiinflamatorios no esteroidales
La necesidad de cirugía estará dada por criterios específicos y como se mencionó previamente dependerá del grado de la lesión, es este caso se evaluará la posibilidad de un tratamiento quirúrgico solamente en lesiones graves de tipo 3 que cumplan con los criterios médicos para la misma.
El médico determinará el retorno a la actividad cotidiana del paciente cuando el dolor haya desaparecido por completo, los músculos del tobillo hayan recuperado su elasticidad en un 80-90%, y el tiempo se verá determinado nuevamente por el grado de lesión pudiendo ser entre 2 semanas y según la gravedad hasta más de un mes.
Varios estudios han demostrado que al menos el 40% de los esguinces de tobillo permanecen con síntomas residuales durante los primeros 6 meses, y en otros casos que a pesar del tratamiento un 10% mantiene una leve inestabilidad , esto significa que el 90% de los pacientes presentan una excelente recuperación luego de los 6 meses sobre todo en aquellos donde el esguince se presenta sin lesiones sobreañadidas.
Luego de los 12 meses el riesgo de presentar una nueva lesión es exactamente igual a aquellos que no la han presentado nunca; en este caso cabe mencionar los esguinces de tobillo recurrentes a los cuales se debe presentar mucha atención sobre todo en dar un tratamiento precoz y de esta manera mejorar el pronóstico de los mismos.
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